Mindfulness para el bienestar y la salud.

¿Por qué es importante poner atención?

La facultad de dirigir deliberadamente nuestra atención errante, una y otra vez, constituye el fundamento mismo del juicio,

el carácter y la voluntad.

Nadie puede  ser dueño de sí mismo si carece de ella.

Pero obviamente, es más sencillo definir ese ideal que proporcionar las instrucciones prácticas necesarias para desarrollarla.

WILLIAM JAMES

Principios de Psicología, (1890).

 

Son muchas las recomendaciones que, basándose en las enseñanzas del Buda, han elaborado a lo  largo de milenios, los practicantes budistas hasta el punto de acabar convirtiendo la práctica de la atención en un arte.

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Prestar atención es algo que hacemos de forma tan selectiva y fortuita que no nos damos cuenta de lo que se halla frente a nosotros mismos, ni escuchamos los sonidos que con toda seguridad nos transmite el aire, y lo mismo sucede sin advertirlo si quiera con el resto de los sentidos.

Es muy habitual comer sin saborear la comida y también es muy frecuente que no nos percatemos del olor de la tierra húmeda después de llover y que toquemos a los demás sin darnos cuenta de las sensaciones que ese contacto nos transmite. No es de extrañar que nos refiramos a todos esos ejemplos manifiestos de no registrar lo que estamos sintiendo como ejemplos claros de estar “desconectados”, independientemente de que impliquen, la vista, el oído o cualquier otro sentido.

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Ésta es una metáfora táctil con la que nos referimos globalmente a todos los sentidos porque de hecho el mundo “nos toca” literalmente de mil modos distintos a través de los ojos, los oídos, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente.

Pero a pesar de todo ello, nos hemos especializado en permanecer desconectados la mayor parte del tiempo y en ignorar incluso que estamos desconectados.

Si examinamos este fenómeno echando, de vez en cuando un vistazo a nuestra vida interna y externa, no tardaremos en darnos cuenta que nos pasamos la vida desconectados de nuestras sensaciones, percepciones, impulsos, emociones, e incluso de nuestros cuerpos. Y ello parece deberse a que nos hallamos continuamente sumidos en las preocupaciones, perdidos en la mente, abstraídos en nuestros pensamientos, obsesionados por el pasado, el futuro, absortos en nuestros planes, deseos, a expensa de nuestras expectativas, miedos y deseos, por más inconsciente y automático que parezca. Es por ello que acabamos desconectados del presente, el único instante al que podemos acceder.

            Y ciertamente en ocasiones también estamos igualmente desconectados del mundo “externo”, del efecto que provocamos en los demás, de lo que les preocupa o les interesa a los demás. El  único modo de restablecer el contacto pasa por los sentidos, esa es la única ventana que nos permite acceder al paisaje interno del ser y de lo que llamamos “mundo”.

            La mayor parte de lo que sabemos, lo sabemos de un modo no conceptual, puesto que el pensamiento y la memoria llegan un poco más tarde, “pisando los talones” al momento inicial del contacto sensorial. El pensamiento y la memoria pueden deformar fácilmente de mil formas diferentes nuestra experiencia original. En cierto sentido lo conceptual ocupa su lugar, pero, con mucha frecuencia, da forma a las sensaciones desnudas que los sentidos nos proporcionan. La percepción pura es inmediata, elemental y vital, y en ocasiones creativa, imaginativa y reveladora. Por eso resulta tan revitalizante permanecer conscientes a la información que nos brindan los sentidos.

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Es importante subrayar por lo tanto la importancia de la aplicación de la atención en los ámbitos de la salud y el bienestar. Como lo subraya el psicólogo Gary Schartz, consideremos los efectos que implica la desatención a los datos que continuamente nos proporciona nuestro cuerpo y nuestra mente. Creemos que si estamos sanos, podemos dejar pasar nuestra atención durante largos períodos de tiempo, pero lo cierto es que no podremos cuidar adecuadamente nuestro cuerpo y nuestra mente si ignoramos los signos y síntomas que aunque sean sutiles puedan presentarse. Tal desatención o desconexión con nosotros mismos puede acabar conduciendo  a una atrofia o una obstrucción de los procesos dinámicos necesarios para la conservación de la salud.

            Por ello podemos decir que la atención, más en particular la atención sabia (no la hipocondría o la preocupación neurótica por uno mismo), restablece y fortalece la conexión, esta conexión conduce a su vez a una mayor regulación y a un estado de orden dinámico, estado distintivo de un proceso de salud opuesto al de enfermedad. Pero para ello debemos mantener y alimentar deliberadamente la atención.

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La práctica de la atención nos enseña a escuchar nuestro propio cuerpo a través de todas las ventanas sensoriales y a atender el flujo de nuestros pensamientos y sentimientos, iniciando así el proceso de restablecimiento y fortalecimiento de la conexión con nuestro propio paisaje interno. Esta atención alienta una familiaridad y una intimidad con el despliegue de nuestra vida en los niveles de lo que llamamos cuerpo y lo que llamamos mente que alienta y profundiza el bienestar con lo que, instante tras instante, la vida nos depara. Entonces es cuando nos alejamos del malestar y la enfermedad y nos aproximamos al bienestar y la armonía y también a la salud.

 

En Centro Sepimex, podemos compartirte estrategias para cultivar tu atención y consciencia al momento presente. Acércate a nosotros.

 

Lectura recomendada:

Kabar-Zinn, J. (2005). La práctica de la atención Plena. Barcelona: Kairos.

 

Posted by: Mtra. Psic. Joselyn Olvera Ruvalcaba

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Autor: SEPIMEX

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